miércoles, 7 de junio de 2017

India 2013

Artículo traducido de Ted Simon sobre su vuelta a India en 2013:

En 1976 me encontraba subiendo en moto la costa oeste de India hacia Goa cuando llegué a Karwar, un interesante puerto pesquero con barcos que podían haber navegado allí desde la Inglaterra del Siglo XVIII.
Paré a comer algo en una parada de camiones y el cocinero me preguntó donde iba. Le contesté.
“Ah – me dijo- ir a Goa. Mi ser de Goa.”
Por alguna razón esta frase, que me resulto muy graciosa, se me quedó grabada al menos durante 40 años. Puedo casi escucharle hablar ahora.
Goa fue colonia portuguesa y a diferencia de casi toda India, podías consumir cerdo y alcohol abiertamente sin avergonzarte. También tenía buenas playas que ya atraían turistas pero yo me encontraba visitando un ilustre director de arte británico llamado Maxwell quien se expatrió allí llevándose consigo  su sofisticado equipo HI Fi londinense y parecía sentirse muy solo cuando lo encontré.
Era la estación del año equivocada para pasarlo bien en la playa y todo lo que saqué de Goa en aquella ocasión fue una foto de una cabra, pero siempre he querido volver y el pasado año (2013) por fin cumplí mi deseo.  Orangefish Entertaiment de Bombay, me invitó a la inauguración de la segunda semana anual de la moto en  India con todos los gastos pagados.
¡Que estupendo es Orangefish!
Y había un extra. ¿Me importaría – me preguntaron – rodar de Goa a Bombay (la podéis llamar Mumbai si queréis ) para inaugurar el acto? ¿Me importaría hacer una buen a y relajada ruta de 400 millas en dos días por una carretera bastante buena , en buena compañía?
Cogí mi casco y mis guantes. Llevaba vaqueros y una chaqueta de cuero y me encontraron unas botas. Desde el aeropuerto condujimos durante dos horas hasta  un hotel del que nos hablaron, a las afueras de la ciudad. Bombay era tan caótica y extraordinaria como la recordaba con la añadidura de una capa de polución de azufre impresionante que estaba por todos lados.
Por la mañana nos agrupamos todos en una zona de aparcamiento grande para la gran despedida y ahí es cuando me enteré que supuestamente iba a empezar la marcha con una Harley. Bueno, uno de mis mejores amigos lleva una Harley y no quiero ofenderle. Yo no diría que una Harley sea la moto más apropiada para ir por India pero supongo que es un estilo de vida. Pero ESTA Harley, era otra cosa. El sillín estaba a unas dos pulgadas del suelo, el manillar estaba en algún sitio sobre mi cabeza y mis piernas entradas en años, no podían elevarse como la ocasión requería .Di una vuelta por el parking  con un montón de miedo y les dije: no puede ser.
Afortunadamente estaba Jay Kannaiyan, un aventurero indio que había rodado por medio mundo y es bastante más joven que yo y se brindó voluntario para ir en la Harley y me dieron una Royal Enfield  Bullet en su lugar.
Éramos  unos doce, casi todos indios en diferentes motos. Había incluso una Ducati, la cual desafortunadamente no pudo seguir al segundo día. Estaba mi compañero de ruta , Sharang, el hermano del Señor Orangefish quien tenía el encargo de protegerme y fuimos guiados  por el gran y alegre rufián “Vir”.
Salimos bastante tarde y nos llevó, increíblemente, otras dos horas  salir de Bombay. En la ciudad las carreteras eran bastante buenas pero Vir tenía un regalo para nosotros. En lugar de la aburrida autopista, había planeado una ruta panorámica  y mientras el paisaje mejoraba, la carretera se desmoronaba  debajo nuestro. Se puso tan mal el asunto en ese primer día que me convertí en el “Coronel Blimp” (*) jadeando y resoplando y refunfuñando para mis adentros , ¿cómo se atreven a tomarse estas libertades con una celebridad octogenaria?  Yo no me he inscrito en la Carretera de los Huesos de Rusia etc. etc. Cayendo la noche, seguíamos a horas de distancia del hotel esquivando agujeros y atravesando bazares.
¿Cómo te sientes si conducimos de noche? – preguntó Sharang. Con una cortesía helada decliné , reclamando mi derecho a ir en el coche escoba . La noche se alargó y apareció algún incidente como el de unos paisanos agitados y me apartaron lejos como si fuera el Presidente de EEUU en una tormenta de mierda. Llegamos pasada la noche y ….muy tarde para cerveza.
El día siguiente fue mucho de lo mismo. En algún sitio a medio camino de Goa, están construyendo un aeródromo. El sitio estaba justo a través de la ruta que estábamos siguiendo y tuvimos que rodearlo. Lo recuerdo porque inmediatamente después , la superficie de la carretera pasó de terrible a atroz. Estábamos atravesando una amplia extensión estéril de terreno y esta abominable carretera parecía destinada a continuar por siempre .
Es siempre difícil hacer justicia a una superficie  realmente mala . Esta estaba compuesta de astillas de asfalto colocadas tridimensionalmente en capas dejadas por numerosas generaciones de peones camineros y  la suspensión de mi Bullet sufría.Si hubiera habido alguna manera de parar, yo lo hubiera hecho, pero lo que hizo insoportable este purgatorio fue el tipo australiano que rodaba detrás mío.
La noche anterior mencioné que la ruta me parecía un poco dura y su cara se encendió como una linterna.
“Simplemente me encanta esto” – dijo. Y de alguna manera la idea de que este individuo que iba detrás mío lo estuviera pasando bomba era más de lo que yo podía aguantar. Tenía una fantástica postura sobre la moto, sentado maravillosamente erguido deslizándose sin esfuerzo sobre esta carretera ruinosa. Verle rodar era insufrible. Me podía imaginar su cara dentro del casco, sonriendo de oreja a oreja.
Pero de alguna manera, mientras farfullaba con resentimiento, recordé quien era yo, quien solía ser y por qué estaba ahí. A pesar de la horrible carretera reconocí que era un privilegio estar ahí, rodando con esa moto.
Es más, me estaba enamorando de la Bullet. Por primera vez en 40 años, estaba montando en una moto muy parecida a mi antigua Triumph, con su carenado, bonito manejo y la talla exacta para ser parte de mí y no yo parte de ella. De hecho caí en la cuenta de que estaba reviviendo la mejor época de mi vida. Realmente lo empezaba a disfrutar y sería difícil explicar, que regalo era eso para mí.
Había muchas paradas durante el camino pero no podía entender por qué se hacía en esos sitios en particular. Uno en concreto era una exhibición de las máquinas que los Indios habían estado usando para desplazarse a trabajar durante las últimas décadas.
Seguimos rodando hacia la noche otra vez pero esta vez sin escrúpulos, haciendo eses entre los rickshaws, las vacas y los peatones como si hubiera nacido para ello. Volvimos a llegar tarde pero no tanto como para no tomar unas cervezas y también había ron, un ron suave llamado Monk o un nombre similar. Y fue entonces cuando el australiano me reconoció que aunque le gustaban las dificultades, la ruta era como un dolor en el culo.
En la última mañana había ferries para cruzar y vistas costeras para admirar.
Nos arrastramos dentro de los terrenos del festival en la tercera mañana y a estas alturas me sentía más como Peter Pan que como el Coronel Blimp.
La Semana de la moto India no me sorprendió. Había un tremendo ruido tipo Harley que provenía de los altavoces y me hicieron subir por una rampa a un enorme escenario con un montón de  kilowatios . Y allí, para saludarme y compartir los honores estaba Nick Sanders. Se le veía muy feliz en la luz de candilejas, llevando una chaqueta de la Union que dijo se había hecho para Roger Daltry de los Who. Los presentadores estaban animando frenéticamente   y el talante era más el de una convención política que el tipo de concentración motera al que estoy habituado pero obviamente muy bien adaptada a las nuevas generaciones.
Por supuesto no debería sorprenderme que las motos han pasado a ser algo grande en India. Ahora hay una clase media que se lo puede permitir y no son para nada café racers. Algunos Indios las están usando para descubrir su sub- continente y otros como Jay , han batallado con la burocracia de su país para conseguir el visado que los ciudadanos indios requieren para viajar por el mundo.
Jay es un viajero de Júpiter y no tengo ninguna duda de  que habrá muchos más de India antes de que pase mucho tiempo. Ciertamente me salvó. Montó esa Harley como un campeón aunque asegura que le dejó bastante dolorido. Siempre he mantenido que puedes dar la vuelta al mundo en cualquier cosa, pero no es lo que yo tenía en mente .
Sharang y su hermano Shrijit se convirtieron en muy buenos amigos mios y esa amistad fue testada más adelante cuando fui a la playa a pasar unos días y me metí en problemas. Pero eso ya es otra historia……..


(*) Personaje de comic  irascible, pomposo y estereotípicamente británico (N del T)
www.interfolio.es Aquí podrás encontrar los libros de Ted Simon



jueves, 11 de mayo de 2017

Ted en África y Entrevista a "Mudo" (Parte 1)

A partir de ahora, entre otras cosas tengo intención de publicar recortes de prensa, entradas de la web de Ted Simon y artículos y traducirlos al español. Aquí va el primero de ellos sobre el paso de Ted por África en 1974 y a continuación la primera parte de una entrevista al gran Luis Miguel Ballesteros, el conocido por todos "Mudo".

12 mayo 1974

EL MIEDO QUE ARRUINA SUDÁFRICA

TED SIMON salió de Londres el pasado mes de octubre para viajar en una moto Triumph de 500 cc alrededor del mundo. Ha estado en Sudáfrica los dos últimos meses atrapado por la crisis del petróleo, causa por la cual su viaje transatlántico fue cancelado. Esta semana, sin embargo, salió de Lourenço Marques, en la colonia portuguesa de Mozambique, hacia el puerto brasileño de Fortaleza. Aquí, nos narra su viaje por África.

ARTÍCULO:

MI VIAJE por África comenzó con una guerra y terminó con una revolución. En el periodo posterior al golpe de estado portugués, Lourenço Marques estalla en un moderado alboroto alimentado por una manifestación diaria. Los estudiantes agitan manifiestos. Las antiguas colonias aprietan las mandíbulas y se les hinchan las venas.
Pero la vida aquí es lenta y agradable. Nadie quiere problemas y no habría razón alguna para exigir nada a no ser por esa antigua y horrenda pesadilla que envenena la atmósfera y que atormenta al hombre blanco por todo el sur de África: el sueño de hombres de raza negra en un frenesí tribal, que pululan por la jungla en la noche sedientos de la sangre de los colonos.
Eso es lo que diferencia la vida del norte y del sur del Zambeze. Pasé seis semanas viajando por Kenia, Tanzania y Zambia, recorrí seis mil cuatrocientos kilómetros desde el ardiente y polvoriento norte hasta los ranchos y los maizales del sur. Me encontré con médicos, hombres de negocios, granjeros, misioneros, asesores del gobierno, profesores... se quejaban, claro, protestaban sobre la escasez y contaban historias interminables sobre la ineficacia e insensatez africana.
Sin embargo, no encontré ni un solo europeo que se quisiera marchar. Ni ningún africano ansioso por verlos ir. Ambos lo saben. Piensan que los africanos y europeos son semejantes, Idi Amin es una aberración tragicómica.
Al sur de la frontera todo cambia. Hay miedo y hostilidad, se habla sin parar de terrorismo y problemas raciales. Amin es el ejemplo universal de lo que se espera de un gobierno africano. Una y otra vez me pedían que describiera los problemas que había tenido en el norte. Incredulidad, incluso decepción, por no haberme encontrado ninguno. El primer hombre blanco que me encontré en Rodesia fue en las cataratas Victoria, era carnicero. Le compré un buen filete por quince peniques. «¿Cree usted, al igual que yo, que somos víctimas de una conspiración comunista?».
Viajar solo en moto a lo largo de un desconocido y vasto continente parece una empresa peligrosa. Las perspectivas me asustaban más de lo que me atrevía a admitir. Cuando estalló la Guerra de Oriente Medio el mismo día en el que yo partía de Londres me pareció una terrible profecía. Ahora, más de veintidós mil kilómetros después y siete meses transcurridos, sé que esta es la aventura más gratificante que yo podría esperar. Nunca antes había tenido tanta fe en la generosidad humana, y dudo que haya un solo individuo, sabio o salvaje, al que no pueda mirar con la seguridad de que me va ayudar. 
Solo, cubierto de polvo, cansado, desarmado y generoso; no he encontrado a nadie que rechazara ayudarme o me considerara una amenaza. Quizá he sido afortunado, quizá he sido más cauto sin darme cuenta, pero he llegado a la conclusión de que por mucha seguridad que un hombre lleve consigo, no competirá con lo que libera un buen estado de ánimo.
Sólo una vez pareció que el viaje fuera a finalizar repentinamente, cuando cuatro hombres cogieron la moto y la zarandearon de mala manera entre dos ferris; mientras maldecían y juraban a punto estuvieron de perder la preciosa carga en el fondo del Nilo.
Por todas partes se me abría el camino. Mi entrada a Egipto fue un triunfo positivo. No me iban a permitir entrar. En todos los consulados insistían que sería imposible, dieciséis mil kilómetros de carretera, desde Trípoli hasta la frontera, con militares y policías siempre rondando por ellas (sin mencionar los beduinos descalzos que van en Mercedes). Incontables veces me han parado y me han pedido el pasaporte, a menudo mirándolo al revés. Mi visado me prohibía expresamente cruzar la frontera por tierra. Sin embargo fui bienvenido gracias a que el mismo Sadat me esperaba, tuve que pasar por miles de complejas formalidades que nunca antes había conocido. Y todo ello mientras me ponían un vaso de té entre las manos.
Mi alegría era tan enorme que me volví negligente. Una noche, en la carretera que va a Mersa Matruh, perdí todos mis documentos y papeles, también perdí el dinero que llevaba en metálico. Un auténtico desastre. Aunque, después de dos horas de rebuscar por toda la carretera, alumbrando con el faro de la moto, encontré los documentos debajo de un arbusto, allí donde el ladrón los había tirado. Las 20 libras no estaban, tenía a Alá de mi lado.
Desde Sudán, hacia el sur, empecé a encontrar animales con frecuencia. Una noche, mientras dormía al raso, me desperté petrificado, a mi alrededor un rebaño de camellos caminaban con delicadeza a mi alrededor pasándome por encima sin pisarme. En Etiopía vi hienas. Más al sur, jirafas que galopaban a cámara lenta desafiando la gravedad. En Tanzania tuve un encuentro con un elefante desconfiado. Y en la pista hacia Rodesia me encontré a mí mismo persiguiendo a un pequeño canguro. Bueno, no era un canguro, por supuesto, pero yo nunca había oído hablar de la liebre saltadora. ¿Cómo iba a saberlo?
En la recientemente asfaltada «pista del infierno» que va desde Dar as Salam a Lusaka adelanté a docenas de convoyes chinos (de color caqui rotulados con ideogramas chinos) y pude atisbar el ferrocarril que están construyendo desde Copper Belt hasta la costa oriental, era tan esmerado como una letra oriental. Peones chinos con sombreros de paja, caricaturas enigmáticas, estaban trabajando a cientos en rampas y viaductos. Los chinos fueron las únicas personas en África con quienes no tuve contacto alguno.
En las cataratas Victoria intenté romper el bloqueo y pasar a través del puente de Livingstone pero fui firmemente rechazado y tuve que hacer el habitual rodeo de ciento sesenta kilómetros hacia Botsuana y volver a Rodesia. En el ferri de Kazangula me encontré con un grupo de sudafricanos cruzando la frontera de Zambia con pasaportes sudafricanos. Tiempo después, en Sudáfrica, estas novedades fueron recibidas con asombro. La mayor parte de la gente allí está convencida (con cierta justificación) que sus pasaportes les han hecho prisioneros de su propio país. Un viaje a Zambia les haría mucho bien.
Irónicamente la frontera de Sudáfrica fue la que me dio más problemas. Primero fui declarado «persona prohibida» por no llevar un billete de vuelta. En vez de la prueba evidente que supone el estar viajando alrededor del mundo me vi obligado a prestar al gobierno sudafricano 220 libras. Y todavía hubo más cosas. Yo llevaba conmigo una espada, una misión quijotesca, esa espada era de un amigo de El Cairo que me pidió que se la entregara a su hermano en Brasil.
Un regordete afrikáner me la quiso confiscar. Discutimos. Entonces su compañero se inclinó sobre él y le susurró «¿Por qué no le preguntas a tu padre?» Papá era el jefe de aduanas. Se reunieron todos juntos en la oficina para admirar el arma, una espada de ceremonias fabricada en Birmingham, mientras el chico intentaba practicar unos golpes con ella.
«Si permitimos que te la quedes» le dijo, «¿cómo vamos a impedir que los nativos las quieran tener?»
Acordaron que podía llevármela en el barco dentro de su vaina. Nunca olvidaré al chico dando saltos de dolor al derramársele encima de los muslos el lacre con el que selló la funda, además de sobre su impoluta vestimenta deportiva. En su desesperación gritaba: «¡normalmente tenemos un nativo que hace esto!» Tres veces me dijo que iría «directo a la cárcel» si la espada se perdía, la robaban o los sellos de lacre se rompían.
Cuando, finalmente, salí de Sudáfrica nadie tuvo interés en ver la espada, pero me costó un maldito esfuerzo recuperar las 220 libras.
A pesar de eso, los sudafricanos me parecieron tan buenos y agradables como cualquiera, blanco, negro o «de otro color». Me he pasado allí dos meses persiguiendo un pasaje a Brasil, por Johannesburgo y Ciudad del Cabo y recorriendo más de tres mil doscientos kilómetros por la costa hacia Suazilandia. En conclusión, sólo el apartheid y el miedo arruinan este, por otro lado, espléndido país.
La última edición de una publicación semanal para granjeros recomienda construir un muro como «La Gran Muralla China» que cruce África de costa a costa para proteger su forma de vida. Son los granjeros, la mayoría afrikáners, los que mantienen a los nacionalistas en el poder. No sorprende que en Port Elizabeth un hombre «de color» no pudiera evitar repetir: «tío, esos holandeses son unos estúpidos».

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Cuando pensé en escribir un blog sobre mis experiencias en el mundo de la moto, pensé que para mi sería un placer poder entrevistar al gran "Mudo" , Luis Miguel Ballesteros, persona entrañable y querida por todo el que tiene la suerte de conocerle. Amigo de sus amigos, siempre imprescindible en los eventos relacionados con el mundo de la moto y siempre apoyando a quien presente un libro, inaugure una tienda, presente un documental etc. etc. etc.
Y como no, tenía también muy claro donde hacerle su entrevista. No podía ser en otro sitio que en su mítico garaje,en su Alcalá de Henares natal, todo un museo de la moto donde las horas vuelan viendo fotos, recortes de prensa, trofeos, libros y miles y miles de recuerdos de Mudo en sus años como Motorista.
Para mi Mudo es un amigo, pero no cualquier amigo. Es quien gracias a su humor, su cariño, su humildad, su pasión me introdujo hasta la cocina de la Moto y me abrió a este apasionante mundo. Soy incapaz de recordar tantos y tantos momentos, tantas y tantas risas a su lado por lo numeroso. No me quiero extender porque quien tiene todo que contar, es él y podréis imaginar por qué se le llama "Mudo" y no es precisamente por ser tímido y cortado como él siempre dice......

ENTREVISTA (Parte 1)

¿Te acuerdas cómo y dónde nos conocimos?

Pingúinos , sin querer. No nos conocíamos y coincidimos en el stand de Antonio Maeso, iba yo con la chaqueta  de pingüino y el gorro Friki y todo tímido y cortado te dije..."que soy el de la moto" ,nos pasamos las credenciales y te presenté a Dios, Luis Dios.


¿Cuál es tu primer recuerdo del mundo de las motos? 

Cuando me quemé en la Lube de mi padre. Tenía 4 años, gateando sobre ella, iba a echarle mi padre gasolina , se me ocurrió subirme donde él y sin querer me quemé la pantorrilla.Despúés ayudándole a poner la cadena de la moto, enredadando y un tiempo después tuve que hacer la Comunión, supe conducir la vespa y yo vestido de almirante de patera como digo, fui a la Iglesia conduciendo . Ibamos 4 en la moto.Tenía 7 años y un tiempo después, ya tenía 9 años, me hablaron de dos que iban a dar la vuelta al mundo en Vespa y recuerdo perfectamente cuando llegaron a Estados Unidos....hace unos años, en el Encuentro Grandes Viajeros de Navacerrada,  me encuentro con Antonio Venciana, uno de los dos que dieron aquella vuelta al mundo. Yo le dije "eres mi fan" y el me dijo no, yo soy tu fan cuando voy por ahí me dicen, ya estás de viaje, como el Mudo.

¿Cuál fue tu primera moto?

El Vespino. Dejé de estudiar y mi padre dijo que para trabajar me iban a pedir la mili para hacerte fijo en una fábrica así que me dio una carpeta y me compró un Vespino y me dijo, hale, de viajante.Le hablé de una Derbi....yo ya me había escapado al Jarama a ver como lo asfaltaban en el Vespino en el 67 pero con ganas de una Derbi, que finalmente mi padre compró y la transformamos en la "ETA" Escudería Tubarrillo de Alcalá" pero ese nombre que pusimos a la moto, con la cosa política, tuvimos que borrarlo de todos lados. hacíamos unos inventos tremendos con la moto con patas de mesas de cocina y lo que pillaramos, dentro de nuestras posibilidades y luego acabé la mili, entre a trabajar en la fábrica de Roca y me pude meter a comprar la Bultaco Matador, luego una Ducati. Llega la transición política y tuve que venderlas, recurrir a las Vespas y seguir viajando con ellas.Después tuve una BMW . Tuve una lesión en las cervicales pero fue mi madre quien se enteró de esta lesión porque se lo dijo el médico( no fui yo.Curiosamente la mandé a ella), quien le dijo que las motos quedaban prohibidas pero mi madre no me lo prohibió aunque fue lo que hizo que me comprara la Guzzi California, por ser más cómoda.

Háblame de la Dama Blanca y de Marí Tere (sus dos motos actuales)

A todos nos gusta poner un nombre propio a la moto, eso de la Ntx, Fzr siempre digo que los cuernos y las abreviaturas sólo lo sabe quien los pone.Para que las motos sean un poco más humanas, han de tener un nombre un poco más cariñoso. La Dama Blanca es italiana, grande, no le cambié la matrícula ( de Salamanca) porque rima, una moto blanca de Salamanca...de segunda mano.Y la Mari Tere, es mi Vespino y le puse ese nombre en recuerdo de una política que hubo vieja,seca y roja (color de la moto).

¿Te gustaría cambiar la Dama Blanca por otra moto?

Se perdería el romanticismo.Ahora he estado enredando por aquí con ella, metiendole mano.Como no tiene nada de electrónica, hago cosas como pegarle unos tornillos con Loctite que se habían aflojado del carenado.No quisiera cambiarla.Ahora hay más tecnología y ya tengo que tener en cuenta que tengo 64 años  y el peso de la moto se nota.hay tramos por carreteras sinuosas y se nota el problema que tengo por un esguince tonto que me hice andando por aquí por Alcalá cuando me escurrí. El freno de pie es dificultoso con el pie así. pero no lo sé, tendría que hacer números, la cosa no está boyante,y quisiera una un poquito más ligera pero todavía seguiré con la Dama.



martes, 11 de abril de 2017

Los comienzos

Este fin de semana he tenido la oportunidad de recordar mis comienzos en el mundo de la moto. Un amigo me enseñó quien era el gran piloto Santiago Herrero .Me explicó su historia, sus logros, sus hazañas en el campeonato de España, en el Mundial de motos de los años `60 y el fatal desenlace en el Tourist Trophy de la Isla de Man en 1970.Por mis manos pasaron artículos, fotos y anécdotas del tal vez más grande piloto español de todos los tiempos.Me enamoré de su tan carismática figura hasta el punto de crear la página de Facebook, "Santiago Herrero- un piloto de leyenda" donde a día de hoy seguimos encontrando fotos inéditas gracias a numerosos admiradores de Santi. Cuento con la inestimable ayuda de mi amigo y gran conocedor y apasionado de las motos y sus pilotos, Bonaventure Cornejo.
Siempre he pensado que mi entrada en el apasionante mundo de las motos fue el resultado de una felíz concatenación de hechos únicos.....
Y así fue, sin duda, como llegué a la Isla de Man. Nunca había oído hablar del Tourist Trophy, ni sabía tan siquiera lo que era un carenado o una cúpula de una moto a pesar de haber ido de niña con mi padre a ver las carreras al Circuito del Jarama y haberme dejado las rodillas y el orgullo montando y despeñándome de mi Derbi Diablo C4. Pero cosas de la vida, un día conozco a Arturo Herrero, el hermano de Santi y mi pasión por tan gran piloto se disparó aún más si cabe. Y además, muy pocos días después veo a Antonio Maeso, el piloto que en aquel entonces competía en el TT (este año vuelve a hacerlo) hablando en las noticias de Antena3 de su proyecto de crowfunding para competir en el TT2012. ¡Quien me iba a mi a decir que meses después yo sería parte de su equipo en la Isla de Man! Pero esto será otra parte de la historia....

Por otra parte, continuando con la parte del blog dedicada a Ted, he pensado que sería buena idea contaros cuales fueron también sus comienzos con las motos y para quien no le conozca, escribir una breve biografía.
Nacido en Alemania en 1931, fue criado en Londres y tiene nacionalidad británica. Estudió ingeniería química pero abandonó esta profesión para empezar su carrera periodística en París y continuarla en varios medios tanto en el Reino Unido como en Francia.
El 6 de Octubre de 1973, a la edad de 42 años, Ted salió de Londres en una Triumph Tiger de 500 c.c. en lo que se convirtió en un viaje solo alrededor del mundo de 4 años, recorriendo más de 100.000 kms y 45 países.
Con el ánimo de ver como había cambiado el mundo en 28 años, el 27 de Enero de 2001, a la edad de 69 años, Ted volvió a embarcarse en un segundo viaje esta vez a lomos de una BMW R80Gs recorriendo 47 países.
Sus libros, Los viajes de Jupiter, Sobre Ruedas y Los sueños de Jupiter (todos ellos publicados en España por " Libros de viajes Interfolio" www.interfolio.es ) siguen siendo una fuente de inspiración para otros aventureros que buscan conocer el mundo y su lugar en él a través de una aventura personal.

domingo, 26 de marzo de 2017

Rosa y Ted: dos blogs en uno

Aquí empieza un nuevo blog que llevo mucho,pero que mucho tiempo cocinando......
Me llamo Rosa Arrate y mi pasión de los últimos años son las motos y todo lo que tenga que ver con estas máquinas. Tengo una ilusión enorme por compartir con quien quiera leerme mis historias en este apasionante mundo de las dos ruedas pero lo primero creo que será el explicar que es eso de Rosa sobre ruedas y quien es Ted.
Hace unos años me encontraba en Alba de Tormes asistiendo al "Encuentro de grandes viajeros" y me llamó la atención una mujer del grupo que asistía a las charlas de los viajeros en moto y que paseaba una perra preciosa y que además llevaba una camiseta del TT de la Isla de Man (ya sabréis por qué me fijé en esta camiseta). Se me acercó y me saludó por mi nombre. Ante mi sorpresa, me dijo que me había visto en alguna publicación en Facebook y que eramos vecinas. Fue el comienzo de una gran amistad......
Ella es el 50 % de la Editorial " Libros de viajes Interfolio"  ( www.interfolio.es)
la editorial que publica en España los libros escritos por Ted Simon. Y gracias a esta amistad conocí al escritor de  "Los viajes de Júpiter" libro de cabecera de quienes unen la pasión de viajar con la pasión por las motos .Le conocí en casa de sus editores y leí sus obras y empezó mi admiración por él, todo un personaje, quien a sus 85 años de edad vive en un pequeño pueblo de Francia con nuevos proyectos y aún recorriendo medio mundo con sus conferencias y en multitud de ocasiones conduciendo una moto.
Esta amistad con los editores y mis múltiples aventuras con las motos, pilotos, eventos de las dos ruedas y pasión han confluido en lo que espero sean unos escritos que reflejen bien lo que siento en este mundo que tanto me cambió la vida( por eso lo de Rosa sobre ruedas. "Sobre ruedas" además, es uno de los libros de Ted) y que refleje bien quien es Ted Simon.
Habrá alguna entrevista, artículos escritos por Ted, fotos inéditas y las traducciones de algunos de sus escritos y publicaciones de su web.